Ilustración :Angela Carrasco

jueves, 12 de noviembre de 2009

La vida de "Ratón" por Signatus




Capítulo 3.- La cumbre

En esta época dejó de soñar con vivir en aquellos pisos altos, como irse de su barrio ahora que le respetaban todos sus vecinos, ahora que se mudó a otra prefabricada con cuarto de baño por donde desaparecía la mercancía en segundos si había redada.

Su padre desapareció hace tiempo, una noche un coche le atropelló cuando estaba cerca del poblado, no era capaz de andar por el arcén sin salirse y aquella noche una ambulancia le trasladó al Hospital, Ratón ya no supo más de él.

Por entonces Ratón seguía pensando como cuando era niño, él era diferente a la mayoría de la gente pero ahora tenía dinero, esto hace que nada importe.

Nunca faltaba una mujer en su cama, algunas veces una vecina, en otras ocasiones una de las chicas que venía sin dinero a por droga, pero no fue hasta que llegó una familia de rumanos a vivir cerca cuando sintió por primera vez como una de las hijas le hacía comportarse de manera extraña, solo delante de ella Ratón perdía la seguridad que siempre le acompañaba.

Empezó la campaña de cortejo, con el handicap del idioma pero con la ayuda de su dinero, el resultado llegó a los cinco meses. Una ceremonia gitana le unió a esa gitana rubia que aprendió a hablar castellano para él, para la fiesta Ratón había desenterrado dos botes de dinero, uno para el suegro y otro para el banquete.

Todo iba viento en popa, al poblado cada vez se acercaba gente más joven y con dinero, primero lo visitaban una vez al mes hasta que se hacían fijos de fin de semana, luego de miércoles para aguantar el tirón hasta el fin de semana, así Ratón iba aumentando lo que él llamaba “mi cosecha de botes”.

Empezaron a llegar hijos, rubios como la madre, morenos como él, niñas que le miraban como si de un Dios se tratase. Entonces pasaban tardes al sol, en la puerta de casa. Todos revoloteaban a su lado, era el rey de la casa, eso nadie lo dudaba. Ahora tenía cuarto de baño pero seguía sin tener ética, ahora tenía dinero y nadie le miraba con pena.

Solo una cosa enturbiaba su brillante futuro, todos le avisaban que la mercancía era para vender y no para consumir, pero Ratón cogió la costumbre de evadirse cuando su mujer peleaba con los niños por cualquier motivo, o cuando le montaba una bronca al enterarse de que había pasado la noche con otra. Cuando algo de esto pasaba se encerraba en su cuarto y probaba su propia mercancía. Los niños crecían y los problemas con ellos, entonces su cuerpo le pedía mas evasión, cada vez mas……como a esos jóvenes que venían a engordar su cosecha de latas.

Empezó a divisar el final de su brillante futuro, su cosecha de botes ya no crecía, ahora las ganancias corrían por sus venas y su dependencia crecía a la vez que disminuían sus ganas de todo lo demás. Ratón tocó techo y la heroína le volvió a colocar en su lugar de partida, de nuevo llenar la nevera volvió a ser un objetivo a cumplir en su hogar.
Continuará

1 comentario:

  1. Me gustó mucho tu cuento, cuanta razón tiene este relato, ambición es lo que sobra en este mundo. Laura

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