Ilustración :Angela Carrasco

domingo, 3 de mayo de 2009

Otoño por Luis Marinas

Otoño

La mañana amanece lluviosa. Una tenue neblina se desprende de la tierra roja, es el calor veraniego que el suelo atesoró en el cálido verano y que al recibir las primeras gotas de agua otoñal, las hace evaporarse.
Un fuerte olor a mies se desprende del suelo de lo que fueran altivas espigas ya solo queda una pequeña porción de su caña; el rastrojo.Ya son pocos los campos sembrados de girasoles que aún se mantienen verdes. Aunque sus cada vez más pesadas cabezas sean ya incapaces de girar ante la presencia del sol. Roberto, con parsimonia conduce su tractor, que ahora tira del rem
olque en donde se apilan los “chapodos” (troncos de madera de encina) que arderán en la chimenea de su casa durante las largas noches invernales.
El campo parece estar muerto, pero no, mimetizados con el paisaje están los supervivientes de las noches veraniegas.
Ahora para cazar no precisan esperar a la nocturnidad, pueden hacerlo a la luz del día aunque a los depredadores se ha unido un nuevo personaje al que deberán evitar por todos los medios; el cazador. Este no necesita ni correr muy deprisa, ni tener muy desarrollado ninguno de sus sentidos. Le basta con la escopeta y con un buen perro que le complemente y olfatee las presas que él es incapaz de encontrar.
La codorniz habrá iniciado ya su largo viaje en busca de climas más cálidos, la culebra y el lagarto han buscado cobijo y están inmersos ya en su letárgico sueño invernal un tanto tempranero y los que ayer fueran indefensos perdigones hoy se ha convertido en esbeltos pollos de perdiz capaces de realizar vuelos cortos.
Seguirán todavía acompañando a sus padres y todos a la vez levantaran el vuelo con gran estruendo al menor indicio de peligro.
El inconfundible graznar de las grajas nos llegará desde el cielo, allí están oteando lentas pacientes con vueltas repetidas una y otra vez, en espera de en uno de los giros encontrar el alimento diario.

El majestuoso volar de algún águila que se ha alejado sensiblemente del cortado de piedra donde tiene el nido, en espera del confiado lebrato que se acama en el solano calentando su cuerpo con los ya muy inclinados rayos del sol.
O el raudo vuelo del halcón que de improviso se introduce en medio del bando de palomas y con una facilidad pasmosa ha atrapado a la peor constituida. Ahora tendrá que volar hasta el nido y allí repartir la caza entre sus polluelos. Cuando estos se vean saciados tendrá que volver
a cazar para alimentarse a si mismo.
La mancha verde que antes fuera la chopera y que anuncia la sempiterna y ofídica presencia del río ha desaparecido casi en su totalidad tan solo queda de ella algún fresno o saz, (que se resistirán a cambiar su colorido y nos recuerdan que todo es transitorio y que no tardando mucho vencerá de nuevo el verde de la vida) intercalados entre los amarillos, claros, oscuros rojizos, invitan al paseo y la meditación disfrutando del colorido maravilloso y del silencio que ahora acompaña al paisaje tan solo roto de tarde en tarde por el trinar de algún jilguero.
Los árboles lentamente se van desprendiendo poco a poco las hojas que antes poblaron sus ramas. Ellos saben que se acerca el frío y no podrán mandar sabia a los extremos más alejados del suelo, sí así lo hiciera esas zonas se helarían quedando muertas. Por eso se desprende de todo lo que no necesitan para pasar el invierno. Cuando llegue de nuevo la época de reverdecer. Las hojas de las que ahora se ha librado se habrán mezclado con la tierra y el agua de lluvia invernal y juntos formarán un humus que servirá de alimento a aquel que inició el ciclo; el árbol, así se habrá completado el círculo de su alimentación.
Texto :Luís Marinas
Fotografías:Jesús Mozos.

3 comentarios:

  1. El otoño es mi estación favorita del año. Siempre espero su llegada con ansias y deseos de llenarme otra vez de sus paisajes llenos de magia. Me encanta.
    Saludos Asun, que estés bien.

    ResponderEliminar
  2. Luis Marinas???? el que fue profesor de dibujo en Sta Maria del Camino???

    ResponderEliminar
  3. Profesor tan solo de la vida

    ResponderEliminar