Ilustración :Angela Carrasco

jueves, 24 de marzo de 2011

La Hoja por Signatus

La hoja.

Comencé a escribir con la melancolia que despierta el otoño, la caida de las hojas siempre sugiere un verso triste pues parece que la vida se apaga. Allí quedé con las manos en el teclado, viendo en mi mente como caían las últimas hojas de los chopos del Tajuña. Con aquella hoja cayó una parte de mi y quedé aletargado, asustado frente al frío y la ausencia de luz solar. Con aquella hoja dejé de ser yo para dejarme mecer por el aire, dejé de ser yo mientras caia de alguna parte, dejé de ser yo para llegar al suelo y no lastimarme.

En el suelo me sentí hoja, éramos tantos........permanecíamos impasibles hasta que el viento venía a sacarnos de nuestra comodidad, nos elevaba y desde arriba veíamos que había un mundo con solo elevarse del suelo. Al detenerse el viento volvíamos a quedar quietos y así, llegamos a creer que dependiamos de él, cuando con un leve movimiento de cada hoja se produciría una brisa capaz de movernos y hacernos un poco mas libres.

Después del largo invierno comenzaron a brotar hojas nuevas y ya nadie se acordó de las secas, un nuevo ciclo empezaba y no habíamos aprendido nada. Ahora todos éramos hojas jóvenes, alegres y llenas de vida, el sol devolvía el calor a esos corazones fríos. Me apunté a la moda y quise ser hoja, pero no logré hacerlo con la misma alegría que otros años, pues no se me olvidaba el tiempo que pasé tumbado bajo aquellas ramas, ya no estaba dispuesto a seguir los ciclos que el clima y ese gran árbol me marcaban.

Comencé un leve movimiento con idea de separarme de esa rama, al poco mis movimientos eran enérgicos como si un tornado luchase por arrancarme de un destino que alguien me había escrito. El resto de las hojas me miraban sin entender mis motivos hasta que vieron que logré despegarme de la rama y volar, todos percibieron la diferencia entre caer y volar. Puestos a volar aterricé en el río y me dispuse a conocer mundo, pronto mi historia corrió de árbol en árbol, fueron tantas hojas las que se agitaron que el mundo abrió los ojos y las hojas finalmente fueron libres.

Desde entonces el otoño no fue triste, podías ir a tumbarte bajo los chopos del Tajuña en cualquier época del año y observar como una joven hoja se agitaba eufórica hasta desprenderse de la enorme rama. Muchas de ellas no llegaban al río pero entonces alguien se levantaba, las recogía y las echaba al agua.

Al verla alejarse te sentías hoja, eras feliz, ahora tú marcabas tu propio ritmo y no dejarías nunca que el corazón se te enfriase.


Signatus




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jueves, 17 de marzo de 2011

Estamos empantanados

2) Mirar de frente a la desesperanza y no bajar los ojos.
Por eso, escribimos.

41) Debería inquietarnos lo altamente inofensiva que resulta la poesía actual.
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58) ESTAMOS EMPANTANADOS:
REPINTANDO LAS MADERAS PODRIDAS DE UN BARCO A PUNTO DE NAUFRAGAR
No podemos contentarnos con la idea de que, al naturalismo sentimental de la poesía de anteayer, le tenga que suceder hoy o el realismo ingenuo de quien muestra sólo lo evidente previsible, o el apunte metafísico de quien vive –como clase– entre algodones, o esa poesía académica tan ideológicamente impecable que ha perdido por completo el contacto real con los hombres y mujeres de su tiempo.
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Sobre los restos agotados de un pavo real urbano, se miran inmóviles –y completamente inútiles– cangrejos, lirones y búhos.
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Dos palmos más abajo, removiendo el subsuelo, las lombrices de tierra mientras tanto trabajamos.


62) La menos advertida finalidad de buena parte de la poesía española reciente consiste en predisponernos a la resignación.
(Algunos fragmentos de El amor, la ira.Enrique Falcón )


«El capitalismo está en vías de domesticar una de las
fuerzas que parecían escapar a su poder: la de los
intelectuales protestatarios. La democratización marcha,
en esto, en el sentido del “orden” y de la compulsión: el
desarrollo de las técnicas de expresión les hace pasar por
el aro del Estado o de las potencias del dinero.
Establecido el reinado del productor, ¿qué lugar deja a las
fuerzas de protesta, de rebeldía, de utopía, es decir, a
todos aquellos que desordenan el trabajo? Encuadrado,
agobiado de premios y de condecoraciones como un
majadero electoral, el intelectual da ante ustedes la vuelta
de honor. Nadie tiene ahora nada que temer».
(J.-M. Doménach)

Se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles
La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.
Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.
Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. Es ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada "poesía oficial", poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco. La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder. Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino participa de ella misma. La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tiene el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad. La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.

(Por Aldo Pellegrini Publicado en Poesía = Poesía Nº 9 Agosto de 1961, Buenos Aires)

Otra de las cosas que me asquea es el silencio.
Debe ser porque soy poeta y al serlo, no puedo comprender un solo mundo callado.
No puedo soportar la afonía, me parece tan criminal como la misma muerte indiscriminada que nos atiza.
No entiendo al ser humano que vive con los labios cosidos de indiferencia.
Me repugna pensar que hay gente que pasa por la vida sin gastar la garganta, sin usar la voz para decir basta, sin cerrar los puños, sin dejar volar la rabia.
Porque no hace falta mirar a la lejanía para ver que a nuestro lado van los pies descalzos, las mesas no están puestas, la violencia asoma en cada esquina y nos asfixia.
No hace falta ser una iluminada para saber a quien beneficia nuestro mutismo.
Y yo no entiendo esta vida si no es contigo, con los pueblos, con pan, con abrigo.
Y yo no entiendo esas voces sin parir, esas voces enfermas que con su mudez nos castigan.
No las entiendo.
Me dan asco los que caminan con la boca apretada porque nosotros, los que hablamos alto, los que no tememos miedo a la palabra dicha a pleno pulmón morimos por decirla limpia de injusticia. (Silvia Delgado )

miércoles, 9 de marzo de 2011

Ideas irracionales de Albert Ellis

1. La idea de que existe una tremenda necesidad en los adultos de ser amados por otros ; en vez de concentrarse en su propio respeto personal, o buscando aprobación con fines prácticos, y en amar en vez de ser amados.
2. La idea de que ciertos actos son feos o perversos, por lo que los demás deben rechazar a las personas que los cometen; en vez de la idea de que ciertos actos son autodefensivos o antisociales, y que las personas que cometan estos actos se comportan de manera estúpida, ignorante o neurótica, y sería mejor que recibieran ayuda.
3. La idea de que es horrible cuando las cosas no son como nos gustaría que fueran; en vez de considerar la idea de que las cosas están muy mal y por tanto deberíamos cambiar o controlar las condiciones adversas de manera que puedan llegar a ser más satisfactorias; y si esto no es posible tendremos que ir aceptando que algunas cosas son así.
4. La idea de que la miseria humana está causada invariablemente por factores externos y s
e nos impone por gente y eventos extraños a nosotros; en vez de la idea de que la neurosis es causada en su mayoría por el punto de vista que tomamos con respecto a condiciones desafortunadas.
5. La idea de que si algo es o podría ser peligroso o aterrador, deberíamos estar tremendamente
obsesionados y desaforados con ello; en vez de la idea de que debemos enfrentar de forma franca y directa lo peligroso; y si esto no es posible, aceptar lo inevitable.
6. La idea de que es más fácil eludir que enfrentar las dificultades de la vida y las
responsabilidades personales; en vez de la idea de que eso que llamamos “dejarlo estar” o “dejarlo pasar” es usualmente mucho más duro a largo plazo.
7. La idea de que necesitamos de forma absoluta otra cosa más grande o más fuerte
que nosotros en la que apoyarnos; en vez de la idea de que es mejor asumir los riesgos que contempla el pensar y actuar de forma menos dependiente.
8. La idea de que siempre debemos ser absolutamente competentes, inteligentes y ambiciosos
en todos los aspectos; en vez de la idea de que podríamos haberlo hecho mejor más que necesitar hacerlo siempre bien y aceptarnos como criaturas bastante imperfectas, que tienen limitaciones y falibilidades humanas.
9. La idea de que si algo nos afectó considerablemente
, permanecerá haciéndolo durante toda nuestra vida; en vez de la idea de que podemos aprender de nuestras experiencias pasadas sin estar extremadamente atados o preocupados por ellas.
10. La idea de que debemos tener un control preciso y perfecto sobre las cosas; en vez de la idea de que el mundo está lleno de probabilidades y cambios, y que aún así, debemos
disfrutar de la vida a pesar de estos “inconvenientes”.
11. La idea de que la felicidad humana puede lograrse a través de la inercia y la inactividad; en vez de la idea de que tendemos a ser felices cuando estamos vitalmente inmersos en actividades dirigidas a la creatividad, o cuando nos embarcamos en proyectos más allá de nosotros o nos damos a los demás.
12. La idea de que no tenemos control sobre nuestras emociones y que
no podemos evitar sentirnos alterados con respecto a las cosas de la vida; en vez de la idea de que poseemos un control real sobre nuestras emociones destructivas si escogemos trabajar en contra de la hipótesis masturbatoria, la cual usualmente fomentamos.
(Extracto de The Essence of Rational Emotive Behavior Therapy de Albert Ellis, mayo 1994).

Fotografía : Jon Ander

martes, 1 de marzo de 2011

Cada mañana por Signatus

Cada mañana, después de rascar el hielo que cubre la luna de mi coche, arranco y enciendo la calefacción antes de despojarme del abrigo, la bufanda me acompaña todo el viaje, al igual que ese programa de radio que todos los días me escupe la verdad de lo que pasa en el mundo.

De nuevo las revueltas en los países árabes volvían a ser la noticia, la voz de aquellos pueblos pidiendo la libertad de la que alguien les privó un día, tanta gente unida contra dictadores que llegaron a creerse dioses, tanta esperanza, tantos sueños, tanta sangre,…..de repente ya no estás en el atasco matutino, ahora estás en Túnez o en Egipto y quieres gritar contra la injusticia.

No entiendes lo que gritan pero sabes lo que quieren, la euforia de los que han tenido el valor suficiente para salir a la calle te contagia y llegas al siguiente semáforo con ganas de hacer sonar el claxon, sueñas que durante unos minutos todos deberíamos hacer sonar el claxon para que sepan que estamos con ellos……..pero algo te saca de ese solidario momento, algo han dicho en la radio que ha hecho desaparecer la magia, aún sin estar muy atento llegas a escuchar las palabras petróleo y economía, que horribles palabras para ser escuchadas cuando era un momento para los sentimientos y la solidaridad.

Pensé que estábamos hablando de cambios, creí que nos íbamos a poner en la piel de aquellos que gritaban pidiendo libertad, pero parece ser que su libertad ha chocado con nuestros bolsillos y esto es algo que no se puede tocar en nuestras sociedades, mi empatía termina cuando veo amenazada mi cuenta y claro, bien está que se levanten contra la injusticia a la que estaban sometidos pero sin que eso nos cause ninguna molestia.

No llego a entender porque todo se convierte en un debate político, no creo que un derecho humano se pueda medir en Bolsa ni que la libertad se pueda privatizar, quiero hacer sonar el claxon contra las injusticias aunque esa injusticia me proporcionase la materia prima para mover mi coche.

Algún día lo mismo hay que dejar los coches aparcados porque alguien se ha levantado contra un tirano, ese día iremos con nuestros cascos oyendo la radio y lo mismo, el saber que alguien ha logrado vivir de una manera digna, nos compensa con creces las “molestias” que nos causaron.

Llego al trabajo, apago la radio y cesan las voces ¡¡¡hasta mañana compañeros!!!

Texto : Signatus